AL PSICÓLOGO
Canelones calló ante Florida de visitante, y quedó eliminado del torneo de selecciones sub-15. Nuevamente, el combinado de la Piedra Alta nos dio el empujón final.
A los dos minutos del segundo tiempo, el partido perdió toda gracia, si es que algo de ilusión le quedaba al seleccionado de Canelones. En ese momento, Diego Torres convertía el tercer gol de Florida, y sellaba la clasificación de su equipo. Previamente, el mejor jugador de la cancha, es decir Nahuel Costa, había quebrado la resistencia de Amarillo a los 10 y 33 minutos del primer tiempo. Incluso, luego del tercer gol mencionado, el propio Torres metió el cuarto y definitivo.
Sinceramente, este sentimiento de inferioridad que tiene la selección de Canelones ante Florida, es llamativo, casi para ir al psicólogo. Por enésima vez, una combinado de la Piedra Alta, sea de la categoría que sea, nos deja eliminados en una instancia del Interior.
Esta vez, ni siquiera tuvimos opciones de ilusionarnos. Fue tal la superioridad de los floridenses, que desde el minuto 1 hasta el 80, jamás estuvo en duda la clasificación de los locales. Pero esta eliminación fue más dura, siendo goleados y sin jugar bien.
No hablo de este partido, sino en todo el campeonato. Contando todos los encuentros disputados, podemos mencionar los partidos contra Las Piedras (el rival más débil de todos), el primer partido contra Sarandí del Yí y los primeros 40 minutos de locales contra esta Florida. Allí, fueron los momentos de mejor fútbol de nuestra selección. Delgado, el entrenador, en todo momento reconoció este bajón futbolístico, pero jamás pudo encontrarle la vuelta.
Hubo errores en casi todos los juegos, y en la mayoría faltó el fútbol combinado. Un golero que es bueno bajo los tres palos, pero que le cuesta horrores salir a descolgar un balón. La defensa, en muchos casos fue un mar de dudas y poca seguridad brindó. En el medio, con muchos chicos de talento, no generamos casi nada. Arriba, y bueno…se hizo lo que se pudo.
Al fin y al cabo, estamos nuevamente afuera. Pero la sensación extraña, es que había capacidad para jugar mejor y llegar más lejos. Nos dejó afuera nuestro eterno fantasma, pero esta vez, ni siquiera necesitó agitar la sabana.